412 Kilómetros -VER MAPA DE RUTA
Cuando desembarcamos nos dirigimos hacia el oeste, a nuestra primera parada del día, Atlanterhavsveien, o Carretera del Océano Atlántico.
Habíamos vistos en internet fotografías espectaculares, pero una vez allí y habiendo atravesado las carreteras del norte del país, nos dejó bastante desilusionados. A parte del puente inclinado que aparece en todas las fotografías, la carretera es similar a las decenas que comunican islotes a lo largo de la costa.
La cruzamos en dirección norte, paramos a comer en una zona de picnic junto a un supermercado y la volvimos a recorrer hacia el sur, por si el sentido de la dirección cambiaba algo nuestra perspectiva... Pero no, la sensación fue la misma, y tras 30 días de viaje por fin encontramos un lugar al que no volveríamos.
Siguiendo la misma carretera nos topamos con un cartel que anunciaba la Trollveggen a pocos kilómetros. En Noruega son numerosos los lugares que tienen nombres relacionados con los trolls y la traducción de este en particular, viene a ser pared de los trolls. Se trata del muro vertical más alto de Europa, pero nosotros apenas pudimos verlo porque una densa niebla tapaba gran parte de la montaña.
Ya que estábamos allí, dimos un paseo por el pequeño centro turístico/cafetería del Trollveggen y Manuel se lo pasó en grande jugando con una máquina excavadora para niños que había en un parque en el exterior.
Justo antes de marcharnos, nos encontramos con dos familias españolas que estaban recorriendo Noruega en su autocaravana. Compartimos experiencias durante un buen rato mientras los niños jugaban en el parque y nos despedimos deseándonos buen viaje.
Nuestro alojamiento para esa noche estaba al norte de la ciudad de Molde, por lo que antes de llegar tuvimos que tomar otro ferry (ver video) desde Vestnes para que nos llevara a la otra orilla del Midfjorden.
La mañana comenzó con una sorpresa algo desagradable: el hotel donde habíamos dormido en Trodheim, P-Hotels Brattøra, anunciaba en la reserva que incluía el desayuno y nos imaginamos que sería un desayuno buffet, más o menos completo. Craso error. Al salir nos encontramos una bolsita de papel enganchada al picaporte exterior de la puerta con el "fantástico" desayuno: un par de sándwiches mal montados y dos botellitas de zumo de sabor indefinido. Nos pareció un tanto cutre que el hotel anuncie habitación y desayuno y después obsequie a sus clientes con semejantes manjares...
Salimos de la ciudad dirección sur, hacia la zona de los fiordos, las más turística y conocida de Noruega. A los pocos kilómetros teníamos que tomar un ferry, y con las experiencias previas, es normal que estuviésemos algo intranquilos... Pero no hubo problema alguno, he de reconocer, que la red de ferrys del país funciona genial, exceptuando los de las islas Lofoten y Vesterålen, en los que es recomendable reservar el día antes si tienes opción.
Cuando desembarcamos nos dirigimos hacia el oeste, a nuestra primera parada del día, Atlanterhavsveien, o Carretera del Océano Atlántico.
Habíamos vistos en internet fotografías espectaculares, pero una vez allí y habiendo atravesado las carreteras del norte del país, nos dejó bastante desilusionados. A parte del puente inclinado que aparece en todas las fotografías, la carretera es similar a las decenas que comunican islotes a lo largo de la costa.
Atlanterhavsveien |
Seguimos la carretera 64 hacia el sur sin más destino que disfrutar del paisaje y las vistas y fue una gran idea: cruzamos puentes interminables sobre los fiordos, atravesamos túneles bajo ellos y los surcamos en pequeños ferrys atestados de vehículos. Cada curva en el camino nos abría la perspectiva a otro lugar asombroso y cada poco tiempo parábamos a hacer fotografías.
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Trollveggen |
Ya que estábamos allí, dimos un paseo por el pequeño centro turístico/cafetería del Trollveggen y Manuel se lo pasó en grande jugando con una máquina excavadora para niños que había en un parque en el exterior.
Justo antes de marcharnos, nos encontramos con dos familias españolas que estaban recorriendo Noruega en su autocaravana. Compartimos experiencias durante un buen rato mientras los niños jugaban en el parque y nos despedimos deseándonos buen viaje.
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puerto de Molde |
Nos perdimos un par de veces antes de encontrar el apartamento que habíamos reservado a través de Airbnb, así que cuando llegamos nos dio el tiempo justo para hablar un poco con nuestros anfitriones de aquel día y preparar algo de cena.