Día 35: Desde Elnesvågen (Noruega) a Lunde Turiststasjon (Noruega)

322 kilómetros VER RUTA


Aquella mañana, antes de emprender la marcha, nuestro anfitrión de Airbnb nos advirtió de que el día anterior, había ocurrido un accidente de autobús en nuestra ruta y que circuláramos con precaución. 

Ya estábamos un poco nerviosos porque sabíamos que las carreteras de aquel día iban a ser tan peligrosas como espectaculares. El clima cambiaba del sol a la lluvia sin preaviso, así que nos pusimos en camino temprano para ir con tiempo de sobra.

COMIENZO DE TROLLSTIGEN
Volvimos a tomar la carretera 64 en dirección sur y tras atravesar el Langfjorden en ferry encaramos la primera de las ascensiones del día, la famosa Trollstigen, o carretera de los Trolls.

La subida se compone de una sucesión de curvas de 180 grados en las que el fuimos rezando para que el coche no nos diera un susto.


TROLLSTIGEN
TROLLSTIGEN
A pesar de que el lugar estaba lleno de coches y autobuses, fue toda una aventura y cuando por fin llegamos arriba las vistas nos dejaron impresionados. 

Debido a la fama del lugar, han construido un gran mirador sobre el precipicio para que la gente pueda fotografiar la carretera sin peligro y lo cierto es que nos encantó la experiencia.

MIRADOR TROLLSTIGEN
MIRADOR TROLLSTIGEN


Mientras estábamos allí, sentimos que algo pasaba sobre nuestras cabezas, se escuchó un grito general y de repente vimos dos cuerpos cayendo al vacío; por suerte se trataba de dos paracaidistas locos que tras unos segundos de tensión abrieron sus paracaídas y aterrizaron sin problemas.

Tras el susto, almorzamos unos bocadillos en los bancos exteriores que hay junto al aparcamiento y nos pusimos otra vez en marcha.

La carretera desde allí nos llevó por un largo descenso. Circulábamos  paralelos a un pequeño río y siempre flanqueados por cumbres que conservaban grandes manchas de nieve. Aún en aquel lugar inhóspito, las típicas cabañas noruegas aparecían en mitad de la nada y nos quedamos con las ganas de vivir la experiencia de pasar una noche en alguna de ellas. Para otra ocasión...

Gudbrandsjuvet
Gudbrandsjuvet
Antes de volver a tomar otro ferry en dirección a Geiranger, paramos en Gudbrandsjuvet, una pequeña atracción gratuita en la que puedes caminar sobre unas plataformas metálicas situadas encima de unos impresionantes saltos de agua.

El trayecto del ferry apenas duró diez minutos y al salir, encaramos la carretera del Águila hacia Geiranger. 

Todos hemos visto alguna vez fotografías (pincha para ver) increíbles del Geiragerfjord, pero contemplarlo en persona impresiona de verdad, es un lugar de una belleza realmente única así que puedes pasar una tarde entera viéndolo desde diferentes perspectivas sin cansarte del paisaje.

geirangerfjord

geirangerfjord


GEIRANGER
Cuando bajamos hasta el pueblo nos encontramos con cientos de turistas asiáticos paseando por sus calles y comprando toda clase de recuerdos. 

El lugar en sí no tiene más encanto que la abrumadora naturaleza que lo rodea, pero estábamos tan emocionados que sin pensarlo nos pusimos en la cola del ferry que recorre el brazo del fiordo hasta Hellesylt.

Cuando el chico que cobraba la entrada al ferry nos dijo el precio, (unos 150 euros los tres y el coche), ya era tarde para darse la vuelta.

SIETE HERMANAS GEIRANGER
Nosotros no tuvimos mucha suerte con el tiempo porque en cuanto el barco se puso en movimiento comenzó a caer una fina e intensa lluvia que deslució en parte la experiencia. A pesar de todo, disfrutamos de la vista de las cataratas Siete Hermanas desde el centro del fiordo e intercambiamos fotos y risas con una familia japonesa de lo más curiosa.



Desembarcamos en Hellesylt a media tarde. Sin perder un instante, nos pusimos en marcha hacia el hotel porque con el viaje en ferry nos habíamos desviado un poco de la ruta.

En esa zona de Noruega hay varias carreteras catalogadas oficialmente como rutas turísticas nacionales, pero las que no lo están, son igualmente impresionantes. 

FIORDO NORUEGA
Atravesamos estrechos valles flanqueados por muros de roca infinitos, ascendimos por carreteras serpenteantes rodeados de grandes bosques y todo ello, con las imponentes vistas de los fiordos apareciendo frente a nosotros tras cada curva.

Echamos de menos tener más sol para poder contemplar el paisaje en todo su esplendor, pero viendo la infinidad de cascadas y riachuelos que surgían de la nada, supusimos que no deben de tener muchos días de cielo despejado por allí. Quizá la próxima vez.

glaciar noruega
Llegamos al hotel antes de que anocheciera; el lugar, Lunde Turiststasjon, era una pequeña granja turística enclavada entre grandes montañas y un lago, naturaleza pura, incluso desde allí mismo, a lo lejos se puede observar un glaciar.



El día había sido intenso de kilómetros pero sobre todo de emociones, así que los tres caímos desplomados al tocar la cama y ni nos acordamos de cenar.