Día 37: desde Bergen (Noruega) a Kristiansand (Noruega)

468 kilómetros VER RUTA

Nuestro viaje por tierras noruegas se había alargado más de lo previsto y ya íbamos con mucho retraso según nuestros planes iniciales. Sintiéndolo en el alma, decidimos que aquel iba a ser nuestro último día en el país y nos levantamos temprano para reservar los billetes del ferry de Kristiansand a Hirtshals, en Dinamarca.

Estuvimos meditando la alternativa de ir hasta Estocolmo, pasando por Oslo para llegar finalmente a Copenhague, pero eran demasiados días y tuvimos que desechar esa opción.

BERGEN NORUEGA
BERGEN
Tras un buen desayuno en el hotel nos dispusimos a visitar la ciudad de Bergen, de la que habíamos visto decenas de fotos por Internet. 

Lamentablemente, empezó a caer una lluvia torrencial en cuanto entramos en el centro urbano y tras dar varias vueltas y ver que la tempestad no remitía, tuvimos que conformarnos con hacer un recorrido turístico desde el coche y poner rumbo al sur.

Las nubes nos acompañaron todo el camino y la lluvia cayó de manera intermitente durante toda la mañana. Con ese tiempo y las retorcidas carreteras de aquella parte del país, no tuvimos más remedio que adecuar nuestro ritmo al de las caravanas que circulaban delante de nosotros y armarnos de paciencia.

Los impresionantes paisajes de los fiordos y las cascadas que se perdían entre las nubes nos hicieron más llevadero el viaje, pero conducir por túneles estrechos detrás de enormes autocaravanas no es lo más agradable del mundo. 

Sin embargo, es de agradecer y resaltar, la educación que muestran en el país los conductores de vehículos grandes, que en cuanto tienen un hueco en el arcén, se apartan para que los puedas adelantar.

Aunque era un camino un poco más largo, preferimos tomar la carretera 13 porque es otra de las Rutas Turísticas Nacionales y fue todo un acierto. Es una carretera que aúna naturaleza e increíbles obras de ingeniería como el Tunsbergtunnelen, un impresionante túnel de 4 kilómetros con rampas de más del 5 por ciento de desnivel. 

Y cuando aún no te has recuperado de la impresión, llegas al Vallaviktunnelen,  que te deja sin palabras al encontrarte una rotonda en mitad del túnel, iluminada como si fuese un platillo volante. Nosotros tomamos la primera salida de la rotonda y sin tiempo para comentarlo, ya estábamos directamente sobre el puente Hardanger, que se eleva sobre el fiordo del mismo nombre, uniendo los dos lados del túnel. Nos sentimos realmente diminutos ante aquellas infraestructuras colosales.

Siguiendo siempre la carretera 13, cruzamos el valle del Sørfjorden, famoso por los millares de cerezos y manzanos que hay plantados en sus laderas y llegamos a la ciudad de Ooda justo a la hora de comer. Es una pequeña localidad industrial encajonada entre las montañas y el extremo sur del fiordo. Aprovechando que no llovía, compramos algo de picar en un supermercado y nos sentamos a almorzar en un merendero público que había junto a la orilla.


Con ánimos renovados, emprendimos de nuevo la marcha hasta las Låtefossen, una impresionante cascada que cae por la ladera de la montaña hasta romper contra las rocas justo al borde de la carretera. La fuerza del agua es tal, que crea una especie de niebla que envuelve y moja todos los alrededores.

Aquel era un magnífico broche final para nuestra visita a los fiordos noruegos, así que tomamos la E-134 en dirección sur. 

GLACIAR NORUEGA
GLACIAR
Atravesamos montañas con enormes glaciares y largos túneles que nos iban abriendo paso en una región deshabitada, una estepa elevada cubierta de musgo, lagos y en algunos lugares hasta nieve. 

De vez en cuando, aparecían a lo lejos algunos centros turísticos compuestos de cabañas de madera con el típico tejado de hierba. Pero nada más, la sensación era de estar circulando en la nada, como si fuéramos los protagonistas de un anuncio de coches.




Cambiamos de carretera hacia la Rv9 y comenzamos a descender paulatinamente. 

El paisaje se fue llenando de coníferas y las largas rectas rodeadas de árboles y granjas nos recordaron mucho a Finlandia.

Paramos unas cuantas veces a lo largo del camino para estirar las piernas y sacar alguna fotografía; aunque Manuel se estaba portando genial, tantas horas seguidas de viaje podían llegar a desesperarle y era mejor no llegar a ese punto.

Para la cena nos aventuramos en una hamburguesería en el pequeño pueblo de Evje; es probable que seamos los únicos españoles que, con un coche matrícula española, hayan parado allí, así que fuimos el centro de atención durante unos minutos; pasaría exactamente lo mismo si una familia noruega parase a cenar en mi pueblo, con el problema añadido de que aquí tendrían muchos más problemas para comunicarse.

Ya era de noche cuando entramos en Kristiansand con intención de dar un paseo por el centro. El ferry a Dinamarca salía a las 6 de la mañana y recomendaban estar en el puerto dos horas antes, por lo que decidimos pasar la noche en el coche y ahorrarnos el hotel. 

La ciudad a esas horas, tenía mucho más ambiente del que hubiéramos imaginado y los pubs estaban llenos de jóvenes. Cuando nos cruzamos con dos o tres grupos de borrachos, comprendimos que no era el mejor momento para paseos nocturnos con un niño, por lo que nos fuimos directamente al puerto. 

Ya había varios vehículos haciendo cola en la puerta, así que aparcamos tras ellos y en cuanto Manuel se quedó dormido, aprovechamos también nosotros para cerrar los ojos.

Día 36: Desde Lunde Turiststasjon (Noruega) a Bergen (Noruega)

487 kilómetros VER RUTA


LUNDE NORWAY
El día amaneció con una espesa capa de nubes grises tapando las montañas y con un clima casi invernal. La dueña del hotel nos comentó que podíamos hacer uso de una cocina que había en una cabaña exterior, así que aprovechamos para desayunar algo caliente. 

La cabaña era como las típicas de la zona, de madera roja y con el tejado de hierba; según nos explicaron, antiguamente las construían así porque aguantaban mejor la humedad. Hace unos años hubo un movimiento para recuperar las raíces históricas y se popularizó volver a construir cabañas a la vieja usanza.

Mientras tomábamos un café, estuvimos charlando con dos parejas de españoles que también estaban alojados allí e iban a pasar unos días recorriendo los fiordos. Como íbamos en sentido contrario, nos repartimos unos consejos para el camino y nos pusimos en marcha.

Si algo caracterizó aquel día fue el agua; agua de lluvia, de cascadas, de arroyos, de torrentes y obviamente, el agua esmeralda de los fiordos. Y con tanta agua, el verde era el color predominante miraras donde miraras. (ver video)

borgund
Nuestra primera visita programada fue la iglesia de Borgund, una de las pocas iglesias medievales de madera que aún perviven en el país y según leímos la mejor conservada. Es una visita pintoresca, nosotros no pagamos la entrada para ver su interior porque con Manuel iba a ser imposible verlo tranquilos, pero el exterior nos pareció precioso.

Parecía que el sol se hacía un hueco en el cielo y para nuestra siguiente aventura era más que recomendable circular con buen tiempo. 

Cerca de donde estábamos, en el pueblo de Lærdal, está el túnel de carretera más largo del mundo que lleva hasta la famosa localidad de Flam, nada menos que 24 kilómetros de túnel continuado bajo la montaña. Aunque tiene que ser una experiencia fantástica, nosotros preferimos tomar dirección a la Aurlandsvegen, o Carretera de las Nieves como se conoce en español, que hace el mismo trayecto que el túnel, pero por el exterior, ascendiendo a la cumbre de la montaña.

La aventura no es apta para gente con mareos o vértigo ya que la carretera nunca deja de tirar hacia arriba y hay zonas que es tan estrecha que apenas cabe un vehículo. A medida que íbamos subiendo, la vegetación comenzó a desaparecer y en la cima, a 1200 msm, todo era una tundra de musgo, roca y nieve. 

A pesar de ser 1 de agosto, aún se conservaban amplías zonas de nieve junto a la carretera y para Manuel fue la mejor de las sorpresas ya que hacía mucho tiempo que no podía jugar con ella. 

Lo pasamos genial y el lugar, con pequeñas cascadas cayendo sobre los lagos, era totalmente idílico. Además teníamos algunos ratos de sol que ciertamente se agradecían porque, aunque el termómetro marcaba 8 grados, la sensación térmica con el aire era de mucho menos.




El descenso lo hicimos despacio, detrás de un precioso Citroen Tiburón. A pesar de ser pleno verano, durante toda la ruta no encontramos grandes grupos de turistas, pero a nosotros nos pareció una aventura imprescindible, cuestión de gustos.

Todo cambió cuando llegamos al mirador de Stegastein. Decenas de asiáticos se agolpaban en la plataforma del mirador para sacarse fotografías en todas las posiciones posibles. Tuvimos que esperar media hora hasta que el conductor de su autobús se cansó y comenzó a llamarles a gritos. Entonces, por fin pudimos acercarnos y contemplar en todo su esplendor el Aurlandsfjorden, una estampa maravillosa e inolvidable, de esas que puedes quedar contemplando durante horas.



Pero Manuel tenía hambre y nuestras reservas de comida del coche se habían agotado. Bajamos por la estrecha carretera que te lleva hasta el centro de Aurland y en un supermercado compramos todo lo necesario para hacer una de nuestras comidas al aire libre. En este y en otros muchos supermercados noruegos, es habitual que pongan en sus cercanías, bancos y mesas de madera para que la gente pueda sentarse a comer allí. Imagino que serán conscientes de lo prohibitivos que son en su país los restaurantes.

Nuestro siguiente destino era quizá el pueblo más famoso de todo el país, Flam. Es una pequeña aldea construida en el final del fiordo de Aurland y es mundialmente conocida, entre otros motivos, por su tren. Y podemos dar fe de su popularidad, porque sin llegar siquiera a bajarnos del coche, vimos a cientos de personas que se agolpaban en el andén, esperando para poder entrar en un vagón.

Undedral
Nos dios pereza la masificación de gente sólo de verla y tras confirmar que el ferry que partía desde Flam ya no admitía vehículos, nos dimos media vuelta y seguimos la carretera hasta al cercano y tranquilo pueblo de Undedral, situado también a los pies del mismo fiordo. 

Con Manuel dormido, aprovechamos para tomar un café sentados en la orilla y revisar las fotografías que habíamos hecho ese día.

Cuando comenzó a llover, decidimos dar por concluidas las visitas y dirigirnos a la ciudad de Bergen para buscar un hotel cerca de allí. 

La lluvia fue ganando intensidad y por las montañas que bordeaban la carretera aparecieron infinidad de pequeñas cascadas y saltos de agua; incluso las paredes de los túneles sudaban el agua por las grietas de las rocas.

Tras mirar todas las ofertas de alojamiento, elegimos el Thon Airport Hotel Bergen, que sorprendentemente, costaba más barato en su pagina web que en cualquier buscador de hoteles. Aunque estaba situado en las afueras de la ciudad, nos convenció su piscina climatizada gratuita porque le debíamos a Manuel una recompensa por el largo viaje. 

Lo pasamos genial los tres chapoteando al calorcito, mientras veíamos la lluvia chocar contra los cristales. Acabamos tan relajados con el baño que ya no salimos a cenar, comimos unos sándwiches en la habitación y nos fuimos a dormir.


Día 35: Desde Elnesvågen (Noruega) a Lunde Turiststasjon (Noruega)

322 kilómetros VER RUTA


Aquella mañana, antes de emprender la marcha, nuestro anfitrión de Airbnb nos advirtió de que el día anterior, había ocurrido un accidente de autobús en nuestra ruta y que circuláramos con precaución. 

Ya estábamos un poco nerviosos porque sabíamos que las carreteras de aquel día iban a ser tan peligrosas como espectaculares. El clima cambiaba del sol a la lluvia sin preaviso, así que nos pusimos en camino temprano para ir con tiempo de sobra.

COMIENZO DE TROLLSTIGEN
Volvimos a tomar la carretera 64 en dirección sur y tras atravesar el Langfjorden en ferry encaramos la primera de las ascensiones del día, la famosa Trollstigen, o carretera de los Trolls.

La subida se compone de una sucesión de curvas de 180 grados en las que el fuimos rezando para que el coche no nos diera un susto.


TROLLSTIGEN
TROLLSTIGEN
A pesar de que el lugar estaba lleno de coches y autobuses, fue toda una aventura y cuando por fin llegamos arriba las vistas nos dejaron impresionados. 

Debido a la fama del lugar, han construido un gran mirador sobre el precipicio para que la gente pueda fotografiar la carretera sin peligro y lo cierto es que nos encantó la experiencia.

MIRADOR TROLLSTIGEN
MIRADOR TROLLSTIGEN


Mientras estábamos allí, sentimos que algo pasaba sobre nuestras cabezas, se escuchó un grito general y de repente vimos dos cuerpos cayendo al vacío; por suerte se trataba de dos paracaidistas locos que tras unos segundos de tensión abrieron sus paracaídas y aterrizaron sin problemas.

Tras el susto, almorzamos unos bocadillos en los bancos exteriores que hay junto al aparcamiento y nos pusimos otra vez en marcha.

La carretera desde allí nos llevó por un largo descenso. Circulábamos  paralelos a un pequeño río y siempre flanqueados por cumbres que conservaban grandes manchas de nieve. Aún en aquel lugar inhóspito, las típicas cabañas noruegas aparecían en mitad de la nada y nos quedamos con las ganas de vivir la experiencia de pasar una noche en alguna de ellas. Para otra ocasión...

Gudbrandsjuvet
Gudbrandsjuvet
Antes de volver a tomar otro ferry en dirección a Geiranger, paramos en Gudbrandsjuvet, una pequeña atracción gratuita en la que puedes caminar sobre unas plataformas metálicas situadas encima de unos impresionantes saltos de agua.

El trayecto del ferry apenas duró diez minutos y al salir, encaramos la carretera del Águila hacia Geiranger. 

Todos hemos visto alguna vez fotografías (pincha para ver) increíbles del Geiragerfjord, pero contemplarlo en persona impresiona de verdad, es un lugar de una belleza realmente única así que puedes pasar una tarde entera viéndolo desde diferentes perspectivas sin cansarte del paisaje.

geirangerfjord

geirangerfjord


GEIRANGER
Cuando bajamos hasta el pueblo nos encontramos con cientos de turistas asiáticos paseando por sus calles y comprando toda clase de recuerdos. 

El lugar en sí no tiene más encanto que la abrumadora naturaleza que lo rodea, pero estábamos tan emocionados que sin pensarlo nos pusimos en la cola del ferry que recorre el brazo del fiordo hasta Hellesylt.

Cuando el chico que cobraba la entrada al ferry nos dijo el precio, (unos 150 euros los tres y el coche), ya era tarde para darse la vuelta.

SIETE HERMANAS GEIRANGER
Nosotros no tuvimos mucha suerte con el tiempo porque en cuanto el barco se puso en movimiento comenzó a caer una fina e intensa lluvia que deslució en parte la experiencia. A pesar de todo, disfrutamos de la vista de las cataratas Siete Hermanas desde el centro del fiordo e intercambiamos fotos y risas con una familia japonesa de lo más curiosa.



Desembarcamos en Hellesylt a media tarde. Sin perder un instante, nos pusimos en marcha hacia el hotel porque con el viaje en ferry nos habíamos desviado un poco de la ruta.

En esa zona de Noruega hay varias carreteras catalogadas oficialmente como rutas turísticas nacionales, pero las que no lo están, son igualmente impresionantes. 

FIORDO NORUEGA
Atravesamos estrechos valles flanqueados por muros de roca infinitos, ascendimos por carreteras serpenteantes rodeados de grandes bosques y todo ello, con las imponentes vistas de los fiordos apareciendo frente a nosotros tras cada curva.

Echamos de menos tener más sol para poder contemplar el paisaje en todo su esplendor, pero viendo la infinidad de cascadas y riachuelos que surgían de la nada, supusimos que no deben de tener muchos días de cielo despejado por allí. Quizá la próxima vez.

glaciar noruega
Llegamos al hotel antes de que anocheciera; el lugar, Lunde Turiststasjon, era una pequeña granja turística enclavada entre grandes montañas y un lago, naturaleza pura, incluso desde allí mismo, a lo lejos se puede observar un glaciar.



El día había sido intenso de kilómetros pero sobre todo de emociones, así que los tres caímos desplomados al tocar la cama y ni nos acordamos de cenar.




Día 34: Desde Trondheim (Noruega) a Elnesvågen (Noruega)

412 Kilómetros -VER MAPA DE RUTA


La mañana comenzó con una sorpresa algo desagradable: el hotel donde habíamos dormido en Trodheim, P-Hotels Brattøra, anunciaba en la reserva que incluía el desayuno y nos imaginamos que sería un desayuno buffet, más o menos completo. Craso error. Al salir nos encontramos una bolsita de papel enganchada al picaporte exterior de la puerta con el "fantástico" desayuno: un par de sándwiches mal montados y dos botellitas de zumo de sabor indefinido. Nos pareció un tanto cutre que el hotel anuncie habitación y desayuno y después obsequie a sus clientes con semejantes manjares...   

ferry norway
Salimos de la ciudad dirección sur, hacia la zona de los fiordos, las más turística y conocida de Noruega. A los pocos kilómetros teníamos que tomar un ferry, y con las experiencias previas, es normal que estuviésemos algo intranquilos... Pero no hubo problema alguno, he de reconocer, que la red de ferrys del país funciona genial, exceptuando los de las islas Lofoten y Vesterålen, en los que es recomendable reservar el día antes si tienes opción.


norway
Cuando desembarcamos nos dirigimos hacia el oeste, a nuestra primera parada del día, Atlanterhavsveien, o Carretera del Océano Atlántico.

Habíamos vistos en internet fotografías espectaculares, pero una vez allí y habiendo atravesado las carreteras del norte del país, nos dejó bastante desilusionados. A parte del puente inclinado que aparece en todas las fotografías, la carretera es similar a las decenas que comunican islotes a lo largo de la costa.

Atlanterhavsveien
Atlanterhavsveien
La cruzamos en dirección norte, paramos a comer en una zona de picnic junto a un supermercado y la volvimos a recorrer hacia el sur, por si el sentido de la dirección cambiaba algo nuestra perspectiva... Pero no, la sensación fue la misma, y tras 30 días de viaje por fin encontramos un lugar al que no volveríamos.

Seguimos la carretera 64 hacia el sur sin más destino que disfrutar del paisaje y las vistas y fue una gran idea: cruzamos puentes interminables sobre los fiordos, atravesamos túneles bajo ellos y los surcamos en pequeños ferrys atestados de vehículos. Cada curva en el camino nos abría la perspectiva a otro lugar asombroso y cada poco tiempo parábamos a hacer fotografías.







trollveggen
Trollveggen
Siguiendo la misma carretera nos topamos con un cartel que anunciaba la Trollveggen a pocos kilómetros. En Noruega son numerosos los lugares que tienen nombres relacionados con los trolls y la traducción de este en particular, viene a ser pared de los trolls. Se trata del muro vertical más alto de Europa, pero nosotros apenas pudimos verlo porque una densa niebla tapaba gran parte de la montaña.

Ya que estábamos allí, dimos un paseo por el pequeño centro turístico/cafetería del Trollveggen y Manuel se lo pasó en grande jugando con una máquina excavadora para niños que había en un parque en el exterior.

Justo antes de marcharnos, nos encontramos con dos familias españolas que estaban recorriendo Noruega en su autocaravana. Compartimos experiencias durante un buen rato mientras los niños jugaban en el parque y nos despedimos deseándonos buen viaje.

puerto de Molde
Nuestro alojamiento para esa noche estaba al norte de la ciudad de Molde, por lo que antes de llegar tuvimos que tomar otro ferry (ver video) desde Vestnes para que nos llevara a la otra orilla del Midfjorden.

Nos perdimos un par de veces antes de encontrar el apartamento que habíamos reservado a través de Airbnb, así que cuando llegamos nos dio el tiempo justo para hablar un poco con nuestros anfitriones de aquel día y preparar algo de cena.


Día 33: desde MO I RANA (Noruega) a TRONDHEIM (Noruega)


Aquella mañana nos levantamos los tres con aires renovados, nos hacía mucha falta una cura de sueño. El cielo seguía cubierto de nubes, pero al menos había dejado de llover. El GPS nos ayudó a encontrar de nuevo la carretera E6 por la que habíamos llegado hasta Mo i Rana y que ahora debíamos seguir hacia el sur. 

Poco a poco las grandes montañas fueron dando paso a cumbres menos elevadas y a enormes bosques de coníferas, pero el paisaje seguía siendo espectacular; allá donde miraras siempre había un lago, un fiordo o una cascada, el agua nos acompañaba otra vez, aunque por suerte esta vez no caía del cielo.

NORUEGA
NORUEGA

Fue un largo día de viaje, pero realmente placentero: buen clima, buena carretera y grandes paisajes, la cámara no podía atrapar del todo la gran variedad de colores que nos rodeaba, pero aún así lanzamos decenas de fotos.



Encontramos un cartel en la carretera que ponía Laksfossen y como para entonces ya sabíamos que fossen en noruego era cascada y como nos encantan las cascadas, tomamos el siguiente desvío sin pensarlo un segundo. 

El salto de agua, aunque no es muy alto, si que nos impresionó por la cantidad de agua que traía el río.

GASOLINERA
COMIENDO EN LA GASOLINERA
La hora de comer nos pilló en mitad de la nada y tras buscar sin éxito algún supermercado en las aldeas cercanas, al final paramos en una gasolinera a comer unos perritos calientes.

Es habitual en los países del norte de Europa que todas las gasolineras tengan también un pequeño restaurante de comida rápida y la de aquel día además disponía de una pequeña terraza junto al río, así que nuestro humilde almuerzo se convirtió en un lujo.




LLANURAS NORUEGA
NORUEGA
A medida que nos aproximábamos a nuestro destino la orografía fue allanándose, pero el verde seguía siendo el color predominante, por un momento sentimos que estábamos en Cantabria, camino de Villacarriedo para comer donde Fonso.


TELEPEAJE NORUEGA
Antes de entrar en Trodheim, aparecieron los arcos de los peajes de la ciudad. Creo que no lo habíamos comentado antes, en algunas zonas de Noruega, sobre todo en las entradas a las ciudades, hay un sistema de telepeaje que capta la matrícula de los coches que circulan por la carretera, similar por ejemplo al de las autopistas de Portugal.

El pago se puede realizar en algunas gasolineras o registrándose en Internet. Si no lo haces, el gobierno noruego se encarga de enviarte la factura a tu domicilio, aunque vivas en España...

Llegamos al hotel a media tarde, estaba situado en una especie de isla donde está la estación de tren y comunicado con el resto de la ciudad por puentes. Como ya éramos expertos en el arte de del check-in y en el oficio de maleteros, nos instalamos en un suspiro y salimos a conocer la ciudad.

LLUVIA TRONDHEIM
LLUVIA EN TRONDHEIM
Aunque la tarde había ido empeorando, nos hicimos los valientes y nos sentamos en una terraza de una calle peatonal a cenar. Menos mal que teníamos toldo, porque de repente se puso a caer el diluvio universal y tuvimos que esperar a que escampara. Por suerte, no duró más de quince minutos y pudimos seguir paseando sin paraguas el resto de la tarde.




Trodheim, como muchas ciudades de Noruega, nos pareció un lugar tranquilo, con pocos vehículos y perfectamente organizado; ideal para vivir si obviásemos el clima.

Mención aparte merecen las preciosas vistas del río Nidelva desde el Gamle Bybro, que no por ser mundialmente conocidas, dejan de impresionar cuando las ves en persona.

TRONDHEIM
TRONDHEIM

GAMLE BYBRO TRONDHEIM
GAMLE BYBRO



TRONDHEIM
ATARDECER EN TRONDHEIM


Un precioso atardecer de color naranja intenso nos acompañó en el camino de vuelta al hotel dejándonos una colección de imágenes para el recuerdo.



ATARDECER EN TRONDHEIM