675 kilómetros. VER RUTA.
La mañana amaneció espectacular y decidimos que pasaríamos el último día en la playa, algo asi como la última fiesta del verano. Teníamos prisa por llegar así que tomamos la autopista en dirección a España y después hacia el norte hasta que llegamos a la playa de Ondres, al sur de la región de las Landas.
Pasamos el día jugando con las olas y con la arena, recordando batallitas del viaje y bebiendo las últimas cervezas. Se nos mezclaba la pena del fin con la alegría de volver a casa y ver a la familia y nuestro querido Rocco.
Habían sido 48 días maravillosos, intensos; habíamos llegado más lejos de lo que pensábamos y habíamos contemplado lugares que ni habíamos soñado visitar. Tantas cosas que nos propusimos acabar el blog poco a poco, aunque nos costase un año o dos y así tenerlo para siempre como un recuerdo escrito.
Teníamos aún muchas horas de carretera por delante, así que cuando convencimos a Manuel de que había irse, pusimos casa en el GPS y ya no hicimos ninguna parada hasta que llegamos.
Era de noche y la ciudad estaba semidesierta. Entramos en casa despacio, como con miedo a encontrarnos otro lugar, pero todo estaba tal cual lo habíamos dejado.
En el momento en que la puerta se cerró tras nosotros, ya sabíamos que aunque este viaje se había terminado, nos iba a acompañar para toda la vida.