Día 42: Desde BREMEN (Alemania) a MIJDRECHT (Países Bajos)

402 kilómetros. VER RUTA.

Despertamos temprano aquella mañana y, tras un buen desayuno en el hotel, pusimos rumbo hacia Holanda. Era una mañana soleada de domingo que invitaba más a callejear que al coche, así que pronto nos decidimos a parar a conocer la ciudad de Oldemburgo

Como siempre, la nuestra fue una visita rápida, pero aún así nos dio tiempo a admirar y fotografiar su casco antiguo y la catedral. 

También aprovechamos el buen tiempo para sentamos a tomar nuestras últimas cervezas de trigo alemanas en la terraza del Bar Celona, una gran cafetería con una cocina obviamente mediterránea.




Proseguimos nuestro camino hacia el oeste hasta localidad de Leer y el cercano castillo de Evenburg

Tomamos un café y estiramos las piernas dando un paseo por los alrededores mientras Manuel jugaba en un parque infantil que había junto al castillo. El lugar aunque agradable y tranquilo no nos pareció muy destacable.

El tiempo se nos echaba encima así que decidimos ir directos hasta Utrech que sería nuestra última visita del día. Cuando planificamos la ruta, no teníamos claro qué ciudad visitar en Países Bajos; desechamos Amsterdam por ser demasiado grande y por la falta de tiempo. Teníamos varias opciones y aunque nos decidimos por Utrech por cercanía, creemos que fue una buena opción para conocer un poco su cultura. 

Al entrar en la ciudad aparcamos en cuanto pudimos ya que habíamos leído lo complicado que es circular en coche en las ciudades holandesas. 

El paseo hasta el centro duró no más de quince minutos, pero nos puso un poco de los nervios controlar a Manuel entre tanta bicicleta. 

A mitad de camino nos encontramos con una de las cosas que más nos sorprendió de todo el viaje: en mitad de un plaza vimos una especie de contenedor de plástico amarillo, similar a los de la recogida de vidrio pero con una abertura en cada uno de los cuatro lados. No hubiésemos reparado más en él, si no llega a ser porque un hombre se acercó a el y bajándose la bragueta lo dio uso... Quizá sea una cosa común en muchos lugares, pero nosotros jamás habíamos visto unos baños así, al aire libre y en mitad de una plaza.


Olvidando la anécdota, Utrech nos encantó. Nos gustaron sus casas de ladrillo, sus puentes y por supuesto sus canales. Todo adornado por montañas de bicicletas y flores de colores, un paraíso para cualquier amante de la fotografía.

La torre Dom preside toda la ciudad con sus ciento doce metro de altura y sus cincuenta campanas. 

Según leímos, la torre era en realidad, el campanario de la catedral que está al otro lado de la plaza, pero una tormenta destruyó la parte del templo que la mantenía unida y decidieron dejarla así. 

Hicimos infinidad de fotos, compramos un imán para nuestra colección y paseamos sin prisas por su casco histórico hasta la hora de cenar. Tras bastantes intentos fallidos, encontramos una mesa libre en una de las terrazas que había en la orilla del canal principal. 

Aunque teníamos intención de probar cocina típica de la zona, el restaurante resultó ser una pizzería y nos tuvimos que conformar con lo que había.

Se nos hizo de noche mientras volvíamos al coche y la luz naranja de las farolas, aunque estaba en perfecta armonía con el centro de la ciudad, apenas iluminaba las aceras. Salir de la ciudad se convirtió en un pequeño suplicio por el miedo de atropellar a alguno de los muchos ciclistas que se nos cruzaban . 

Afortunadamente, tras un par de rutas equivocadas, encontramos la carretera de salida hacia Amsterdam y unos kilómetros después, nuestro hotel en las afueras de Mijdrecht.