DÍA 29: De Tromsø (Noruega) a Skarstein (Noruega)

655 kilómetros VER RUTA

La fina lluvia con la que nos habíamos acostado, nos recibió otra vez cuando salimos del hotel aquella mañana. Habíamos planeado un día de viaje corto y sin prisa alguna así que salimos de Tromsø en dirección a Senja, la segunda isla más grande Noruega y unida al continente por un enorme puente.

MERCADO SAMI
Por el camino vimos que en una de las áreas de servicio de la carretera había un típico mercado del pueblo Sami y paramos para echar un vistazo. El mercado estaba compuesto de dos enormes tiendas de campaña hechas de pieles y en su interior, una tienda de recuerdos donde no faltaban figuras de artesanía, machetes, pieles y toda clase de recuerdos ideados para turistas. Nuestra economía no estaba para caprichos, así que nos fuimos con las manos vacías.

SENJATROLL
SENJATROLL
Nuestra primera parada programada era el Senjatroll, un humilde parque temático perdido en mitad de la isla de Senja que tiene el Record Guinnes a la escultura de troll más grande del mundo. Los trolls, seres mitológicos de la iconografía escandinava, son muy populares en toda Noruega y a pesar de estar en un lugar recóndito, había bastantes turistas visitándolo. 


SENJATROLL
SENJATROLL
El lugar no es nada espectacular, pero como la entrada era gratuita, estuvimos un rato jugando con Manuel en un parque con columpios que habían improvisado en el patio delantero, donde también, no sabemos muy bien el porqué, habían colocado un par de barcos destartalados y hasta un vagón de tren.

Nuestro siguiente destino era Gryllefjord, desde donde tomaríamos un ferry que nos llevaría hasta las islas Vesterålen

A medida que nos íbamos aproximando a la costa, la niebla y las nubes fueron dejando paso al sol y aparecieron ante nosotros majestuosos paisajes montañosos de naturaleza casi salvaje. Es indescriptible la sensación de conducir por aquellos parajes solitarios, incluso para gente que como yo, no sea un gran amante de los coches.

Cuando llegamos a las afueras del pueblo, nos encontramos con un enorme fila de vehículos estacionados en el margen derecho de la carretera y para nuestra desgracia, todos querían viajar en el mismo ferry que nosotros. A duras penas logré entenderme con el noruego que nos precedía en la fila, que me explicó que había contado los coches que teníamos delante y en el ferry de la tres de la tarde, (era la una y media), no íbamos a caber, pero que por sus cuentas, en el de las siete sí que entraríamos.

Tras sopesarlo mucho, decidimos esperar al de las siete, ya que el hotel que habíamos reservado en carretera, mientras nos dirigíamos allí, estaba a más de seis horas de distancia en coche y en barco había poco más de una.

Compramos algo de comer en un pequeño supermercado que había junto al puerto y aprovechando que el sol seguía luciendo con fuerza, nos sentamos en una terraza a contemplar el paisaje.

Tal y como nos había relatado nuestro compañero de cola, el ferry de las tres llegó, montaron en él los coches que estaban primeros en la fila y dos autobuses que llegaron a última hora, porque nos comentaron que los autobuses turísticos podían reservar su plaza. El resto fuimos avanzando, con algún que otro problema por los típicos aventajados que intentaban colarse, hasta la explanada que había junto al muelle. Allí vimos que había pintada en el suelo una silueta que imitaba la base del barco, para saber cuantos coches realmente cabían. Quedamos situados en la quinta y última fila del dibujo, por lo que debíamos entrar sin problemas en el barco. 


Dejamos el coche allí aparcado y subimos a una cafetería cercana, donde aprovechamos el tiempo para actualizar el blog y hacer algunas fotos a las escarpadas montañas que flanqueaban el fiordo conteniendo las nubes tras ellas. 

Las cuatro horas de espera se nos hicieron interminables, así que cuando vimos aparecer la silueta del ferry en el horizonte corrimos al coche para evitar cualquier sobresalto. 


Los coches fueron subiendo con el orden en el que estaban colocados, pero cuando iba a montar el coche que estaba delante nuestro, el operario cerró la barrera y nos dejó allí con cara de tontos.

¡Qué mal rato pasamos! Perdidos en mitad de la nada a las siete y media de la tarde y con el hotel  ya pagado a más de seis horas de camino. Valoramos todas las opciones y tras llamar al hotel para avisarles de que llegaríamos de madrugada, nos pusimos en camino.

FOTO TOMADA A LAS 22:07h
Suerte que en verano en aquella zona nunca termina de ponerse el sol así que por lo menos pudimos contemplar la infinidad de lugares increíbles que íbamos atravesando: bosques, fiordos, puentes con pendientes de vértigo y la ilusión de avistar algún alce nos mantuvieron despiertos y con los ojos clavados en el camino. 

Los arcenes de las carreteras se empezaron a llenar de caravanas que habían parado a dormir y llegó un momento en el que creo que éramos el único vehículo en movimiento de todo el país. 



FOTO TOMADA A LAS 23:08h

Para culminar nuestras calamidades, poco antes de llegar, la niebla bajó de repente y tuvimos que avanzar a empujones por un camino rural sorteando las ovejas que apaciblemente caminaban por allí, ¡a las tres de la madrugada! Definitivamente, el hecho de no tener noche termina por trastornar a cualquier ser que habite estas tierras.

Por fin llegamos al hotel, por llamarlo de alguna forma, ya que en realidad eran unos antiguos barracones  de un cuartel que la OTAN había usado hace años para sus maniobras y que el gobierno noruego alquilaba ahora como hostales veraniegos. A pesar de todo, el lugar era confortable y nosotros estábamos rendidos por el viaje, así que tras un día con tantas peripecias nos dormimos sin tan siquiera preparar la ruta del día siguiente.