DÍA 25: De RISTIJÄRVI (Finlandia) a KITTILÄ (Finlandia)

455 Km. - VER RUTA

Como el día anterior nos habíamos acostado temprano, esa mañana no nos costó levantamos y además, con fuerzas renovadas para el largo camino que nos esperaba. Ese día llegaríamos a la región más conocida de Finlandia, la recóndita y salvaje Laponia. Para añadir más suspense al viaje, el Google Maps se volvió loco y nos indicó salir por una carretera que en realidad era una interminable pista de tierra que comunicaba las granjas de la zona. Tras muchos kilómetros sorteando baches y piedras, decidimos dar la vuelta y seguir la ruta alternativa que nos marcaba el GPS del coche que en realidad era la correcta.

Con todo el retraso no llegamos hasta Rovaniemi, capital de Laponia, hasta la hora de comer. El tiempo era magnífico por lo que nos sentamos en una terraza de la calle principal (Koskikatu), junto a la plaza Lordi, bautizada con ese nombre en honor del grupo heavy de la ciudad que ganó el festival de Eurovisión en 2006. Por si alguien no los conoce, dejo el siguiente enlace; la verdad es que no dejan a nadie indiferente.

PLAZA LORDI EN ROVANIEMI
Como el mundo es una casualidad andante, en esa misma plaza hay una cámara que emite a través de esta pagina web, y que Noe, enamorada de Finlandia desde hace años, visita todos los inviernos para ver las increíbles nevadas. (VER WEB CAM)


Pero si por algo es famosa Rovaniemi, es por ser la ciudad que alberga El Pueblo de Papa Noel, o como dicen los finlandeses Joulupukin Pajakylä. 

El lugar está situado a pocos kilómetros en dirección noreste por la carretera E75 y ocupa una gran extensión ya que además del pueblo en sí, también hay hoteles, granjas de renos y de huskys y hasta un parque de atracciones. Huelga decir que Manuel estaba emocionado por visitar la casa de Papa Noel y de Rodolfo el Reno, pero he de reconocer que no más que nosotros al atravesar la simbólica línea blanca que cruza todo el parque y que marca el inicio del círculo polar ártico. ¡Y con 29 grados de temperatura!


Joulupukin Pajakylä


Hicimos multitud de fotos, compramos algún souvenir y acabamos jugando en un parque infantil como tres niños, al fin y al cabo, es un lugar que te transporta a la infancia. Prescindimos de la típica foto con Papá Noel ya que los cuarenta euros que costaba nos parecieron un auténtico timo.

RENOS EN LA CARRETERA
Nos despedimos de Rovaniemi y emprendimos la marcha hacia el norte, adentrándonos en la Laponia profunda. Menos mal que íbamos atentos a la carretera, porque en cuanto salimos de la civilización nos encontramos con los primeros renos en la carretera; salieron corriendo en cuanto oyeron el motor, pero nosotros, más asustados que ellos, estuvimos el resto del camino tan atentos a la carretera que nos terminaron doliendo los ojos.


DE CAMINO A KITTILÄ


Fue un auténtico alivio llegar al hotel en la ciudad de Kittilä y dejar el coche. Cenamos allí mismo ya que servían carne de reno, la comida más típica de toda Finlandia y que aún no habíamos probado. A nosotros no nos gustó especialmente, pero imagino que a la gente que le guste la carne de caza le encantará.

A estas alturas del viaje y en la latitud que nos encontrábamos, cada día se hacía de noche más tarde y como Kittilä no tenía nada digno de visitar, le echamos valor y decidimos dar una vuelta en coche por los alrededores.

CABAÑA CON EL TEJADO TRADICIONAL
Menos mal que no hicimos pereza porque tras conducir unos cuantos kilómetros llegamos por casualidad hasta un lugar fantástico: una cabaña preciosa con el tradicional tejado de hierba que usaban en la antigüedad en los países nórdicos.  La estampa de la casa junto al río y el cielo al atardecer era impresionante, lástima que un millar de mosquitos vinieran a visitarnos... ¡tuvimos que huir despavoridos!


ATARDECER EN KITTILÄ


RENO POR LAS CALLES DE KITTILÄ

De vuelta al hotel, en mitad de una urbanización de chalets unifamiliares, nos volvió a sorprender un gran reno en mitad de la calzada: parecía una escena sacada de la serie Doctor en Alaska pero con reno en lugar de alce. El día no daba para más emociones y nos fuimos a dormir felices y agotados.


DÍA 24: de POUHASAARENTIE (Finlandia) a RISTIJÄRVI (Finlandia)




395km VER RUTA

No nos resultó sencillo despedirnos de "nuestra" cabaña del lago; era un lugar tan bonito y apacible, así que con gusto nos hubiésemos quedado muchos más días, pero la aventura debía continuar y muchos lugares fantásticos nos esperaban.

Dedicamos la primera parte de la mañana a recoger la ropa y limpiar la casa para dejarla en las mismas condiciones que la habíamos encontrado. El dueño nos escribió un mail pidiéndonos que al irnos dejáramos las llaves puestas en la cerradura; aunque en España sería una cosa impensable, ya nos habíamos acostumbrado a ver con normalidad la tranquilidad con la se toman la vida en estos países; por qué no decirlo, mucho más civilizados que el nuestro.

Hicimos una última foto del lago para el recuerdo y partimos hacia el norte; durante los siguientes días siempre iríamos en esa dirección. 


CATEDRAL KUOPIO
El viaje fue rápido y tranquilo, Manuel se echó una apacible siesta y fuimos atravesando bosques y lagos hasta llegar a Kuopio, donde habíamos planeado comer.


Aparcamos junto a la Catedral de San Nicolás, nos pareció bastante pequeña para llamarse catedral, pero a pesar del tamaño no estaba exenta de una singular belleza. No había nadie por ningún lado y no veíamos ningún lugar donde poder comer, así que volvimos a montarnos en el coche y continuamos hacia donde el GPS nos marcaba un restaurante. 






PLAYA DE KUOPIO
PLAYA DE KUOPIO
El lugar resultó ser un bar de bocadillos junto a la playa de uno de los numerosos lagos que rodean la ciudad y a pesar de ser un día laborable, el lugar estaba repleto de gente disfrutando del sol y del agua.

Como todo lo público en Finlandia, estaba exquisitamente cuidado y nos sorprendió que además de los baños y vestuarios, la playa contara también con un enorme trampolín de diez metros y con un montón de colchonetas y flotadores gigantes de uso gratuito para todos lo visitantes. 

Manuel corrió directo al agua nada más pisar la arena y después estuvo jugando con otros niños construyendo castillos en la orilla; verle disfrutar tanto, nos aliviaba un poco el sentido de culpa de tenerle tanto tiempo en carretera ese día.

Tras pasar un par de horas allí, nos tocaba reemprender el viaje hasta la localidad de Ristijärvi, donde habíamos alquilado un apartamento para esa noche. Cuando llegamos nos encontramos un pueblo fantasma, con el supermercado y los restaurantes cerrados y ni una sola alma por la calle. 


Hicimos la correspondiente fotografía del atardecer junto al lago para nuestro álbum y sin más que hacer, nos fuimos al apartamento a disfrutar de una estupenda cena casera, algo de rutina de vez en cuando también viene bien a la cabeza.




Día 23: de POUHASAARENTIE (Finlandia) a SULKAVA (FINLANDIA) Ida/Vuelta


46Km. - VER RUTA

Cuando estaba amaneciendo, antes de las cinco de la madrugada, un fuerte ruido en el porche nos despertó sobresaltados. Debo admitir que no estamos acostumbrados a estar tan aislados de la civilización por lo que, bastante asustado, me dirigí a la ventana para ver qué o quién había dado aquel golpe. Con alivio descubrí que se trataba de una enorme gaviota devorando una salchicha que se nos había olvidado junto a la barbacoa.

Me volví a la cama y la noche continuó sin sobresaltos. Ya por la mañana planificamos el día sabiendo que pasaríamos en la cabaña una noche más. 

Volvimos a darnos un gran paseo en barca, atreviéndonos a llegar hasta una isla en mitad del lago, poblada únicamente por cabras. Nuestra osadía no nos llegó para desembarcar y al primer movimiento raro de los animales dimos media vuelta y nos volvimos por el mismo camino. 




PISCINA SULKAVA
PISCINA SULKAVA
Tras comer algo para reponer fuerzas, nos montamos en el coche y nos fuimos al cercano pueblo de Sulkava donde dimos un paseo y nos bañamos en una piscina natural instalada sobre el río. 

El lugar estaba perfectamente acondicionado, con duchas, vestuarios, sauna y parque infantil y nos costó un mundo sacar a Manuel de allí.







YATE EN EL LAGO
Antes de volver a la cabaña nos aventuramos por un camino de tierra que cruzaba a la isla de Pouhasaari y descubrimos una urbanización de lujo con un gran yate atracado en el muelle. 

No había ni un sólo coche cerca por lo que imaginamos que todo el mundo iba hasta allí en barco, ya que la multitud de lagos, ríos y canales que hay en aquella zona del país, permiten la comunicación acuática con el mar Báltico e incluso con Rusia hasta el lago Ladoga.


De vuelta a la cabaña, no podía desaprovechar la oportunidad de disfrutar de una auténtica sauna finlandesa de leña, así que recogí unos troncos que había apilados en el cobertizo exterior y encendí la caldera. 

Seguí las instrucciones que leí en intenet y entré en la sauna cuando el termómetro marcaba los ochenta grados. El golpe de calor fue brutal y la sensación de ahogo cuando volqué un cazo de agua sobre las rocas parecía inaguantable, pero poco a poco fui relajándome y al final disfruté mucho de la experiencia. Tal y como manda la tradición para acabar el ritual, salí corriendo de la sauna  y me lancé directamente al lago.

Terminamos el día otra vez sentados en el porche, un poco apenados porque al día siguiente nos teníamos que ir, habíamos disfrutado tanto de aquellos dos días que se nos habían quedado cortos, pero guardamos las coordenadas por si algún día podemos volver.






Día 22: de PUUMALA (Finlandia) a POUHASAARENTIE (Finlandia)

60 Km. - VER RUTA


Antes de comenzar este viaje, decidimos que iríamos buscando los alojamientos día a día para tener más flexibilidad a la hora de elegir la ruta y tener la posibilidad de parar si nos surgía cualquier imprevisto. La única reserva que teníamos cerrada desde el principio era una cabaña en la Región de los Lagos porque habíamos leído que muchos finlandeses veranean en esta zona.

 LAGO SAIMAA EN PUUMALA
Por eso, nuestra única cita obligatoria en todo el recorrido era estar aquel día cerca de la cabaña, para poder aprovecharla desde mediodía, que era cuando nos entregaban las llaves. Como apenas teníamos una hora de camino hasta allí, dedicamos la mañana a visitar el puerto de Puumala y a disfrutar de las vistas desde el puente que atraviesa el lago.



LA CABAÑA
El dueño de la casa, un ruso de San Petersburgo, nos escribió para avisarnos de que no podía recibirnos en persona y que en su lugar habría allí un amigo suyo, así que nos pusimos en camino. Cuando llegamos nos quedamos realmente encantados, era tal y como habíamos imaginado, o mejor incluso: la cabaña estaba construida completamente en madera y situada literalmente a los pies del lago, alejada de cualquier vecino.


EL EMBARCADERO
Contaba además con un pequeño embarcadero con nuestro propio bote de remos y con una pequeña barbacoa junto a un precioso porche. El interior, también de madera, además de las camas, tenía  una pequeña cocina, chimenea de ladrillo y una auténtica sauna finlandesa con salida independiente hacia el lago. En definitiva, era perfecta.


NUESTRO LAGO
Una vez que estuvimos instalados, sin pensarlo dos veces nos montamos en el bote y nos lanzamos a explorar las profundidades del lago. Fue uno de los mejores momentos del viaje, allí solos en la inmensidad de una naturaleza exuberante, echamos la vista atrás y por primera vez nos dimos cuenta de todo el camino recorrido.



BAÑO EN EL LAGO

Pasamos toda la tarde bañándonos en el lago y jugando con la caña de pescar que también nos habían dejado en la cabaña; jamás habíamos hecho nada parecido y obviamente no pescamos nada.






Al caer el sol, preparamos filetes y salchichas en la barbacoa y sentados en el porche estuvimos contemplando el interminable atardecer.







Día 21: de TAMPERE (Finlandia) a PUUMALA (Finlandia)



Lo mejor de dormir en un apartamento sin persianas ni cortinas en esa zona de Europa, es que te ves obligado a madrugar aunque no quieras porque la luz lo inunda todo antes de que sean las cinco de la mañana. Ese día nos vino bien ya que nos esperaba una larga jornada por las carreteras finlandesas de la Región de los Lagos.

Mientras Manuel jugaba en un parque infantil de la urbanización donde habíamos dormido, nosotros reorganizamos un poco la colocación de las maletas en el coche y buscamos algo de ropa de abrigo porque la mañana era fresca y no parecía que fuera a mejorar.

Como era domingo, apenas había nadie por la calle cuando salimos de Tampere, después, pasamos por las inmediaciones de Nokia, ciudad donde está enclavada la famosa fabrica de móviles y tomamos rumbo oeste por la carretera E63.



A pesar del mal tiempo, conducir en esa zona de Finlandia era un auténtico placer: buen asfalto, calzadas amplias e infinitas rectas flanqueadas por árboles a ambos lados de la carretera. De vez en cuando, nos desviábamos un poco de la ruta para fotografiar granjas, lagos o vías de tren; daba igual donde apuntaras con el objetivo, todo era increíblemente fotogénico.

La primera parada del día fue la Iglesia Vieja de Petäjävesi, una de las iglesias de madera más antiguas del mundo y Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Está erigida junto a un pequeño lago y rodeada de un jardín cementerio, como es habitual en muchos lugares de Europa. Tanto las paredes, como el suelo y la decoración  del interior están realizados en madera de pino y su conservación es impresionante. Realmente recomendable.



Iglesia Vieja de Petäjävesi
Iglesia Vieja de Petäjävesi


Interior iglesia


Cementerio


Jyväskylä
Jyväskylä
Continuamos la marcha hasta Jyväskylä, capital de la región de Finlandia Central y por su situación, importante núcleo de comunicaciones. Estuvimos dando un paseo por sus calles y Manuel aprovechó para dar unas carreras después de toda una mañana de viaje en coche.

Aún nos quedaba un largo camino que recorrer y todavía no habíamos encontrado alojamiento para esa noche, pero ya nos habíamos acostumbrado a esa incertidumbre y cada día apurábamos más antes de reservar por si durante el trayecto encontrábamos algo interesante.



CASTILLO DE SAVONLINNA
Aprovechando que Manuel se había dormido, decidimos alargar la ruta hasta Savonlinna, cerca de la frontera con Rusia.

La ciudad está literalmente rodeada por el agua del lago Saimaa y fue edificada sobre las islas que rodean su precioso castillo, por lo que sus comunicaciones dependen de barcos y puentes levadizos.



PUENTE LEVADIZO

A pesar de que no pudimos visitarla en profundidad nos encantó tanto el castillo como la ciudad en sí y aprovechando que había salido el sol por primera vez en todo el día nos acercamos al puerto para contemplar el lago.


LAGO SAIMAA
LAGO SAIMAA
Es tan grande que ocupa una superficie como la de la provincia de Pontevedra y en sus aguas viven especies protegidas únicas en el mundo como  el salmón de Saimaa o la foca anillada.


Mientras estabamos allí, nos confirmaron un alojamiento a buen precio en Puumala así que hacia allí nos dirigimos.



Cuando llegamos ya se nos había pasado la hora de cenar, pero por suerte encontramos una taberna cuyo dueño se ofreció a prepararnos unas pizzas. Mientras las comíamos estuvimos intercambiando bromas con otros clientes que para nuestra sorpresa, intentaban decirnos algunas cosas en español.



Al acabar ya casi eran las diez de la noche y aún no había anochecido por lo que fuimos a conocer un poco el pueblo, pero a parte de la iglesia el lugar no tenía mucho más que ver y no había nadie por las calles. Bajamos en coche hasta el muelle y desde allí contemplamos un increíble atardecer sobre el lago: un broche perfecto para un intenso día.


PUUMALA
PUUMALA



ANOCHECER EN PUUMALA
ANOCHECER EN PUUMALA




DÍA 20: de HELSINKI (Finlandia) a TAMPERE (Finlandia)


334 kilómetros - VER RUTA


Al despertar esa mañana comprobamos con alivio que la tormenta del día anterior se había desvanecido durante la noche y el sol lucía con fuerza. El dueño del apartamento vino a recoger las llaves y nos pusimos en camino hacia nuestro primer destino del día, la ciudad de Turku. Por el camino leímos que era la antigua capital del país y que desde la antigüedad, su puerto había sido un importante mercado de negocios.

CASTILLO DE TURKU
CASTILLO DE TURKU

Nada más llegar nos dirigimos a su castillo, el más antiguo de toda Finlandia, y nos sorprendió porque no tenía nada que ver con la imagen que nosotros tenemos de un castillo. 
TURKU


En los jardines anexos se celebraba una fiesta medieval con espectáculos circenses, vuelo de aves rapaces e incluso una auténtica justa.



Nos contagiamos del ambiente festivo y nos sentamos  a comer un delicioso perrito caliente con los demás lugareños, mientras contemplábamos las actuaciones. 

La feria también continuaba en el interior del castillo: el patio de armas estaba lleno de puestos que vendían espadas y hachas de combate y para los más pequeños había unos grandes cuadriláteros llenos de arena, donde les enseñaban a construir sus propios castillos.



FERIA CASTILLO DE TURKU
Como casi todo en Finlandia, estaba perfectamente organizado y a pesar de la barrera del idioma, Manuel no tuvo ningún problema para unirse a los demás niños.


Nos habríamos quedado allí todo el día, pero ya habíamos alquilado un apartamento en Tampere para esa noche y el tiempo se nos echaba encima.







Antes de tomar la carretera, paramos a ver la catedral, pero había una boda y sólo pudimos contemplarla desde la puerta junto al curioso felpudo-cepillo que usan en muchas viviendas del país.

FELPUDO TÍPICO



TURKU
TURKU
A Manuel la idea de abandonar los juegos del castillo y entrar otra vez en el coche no le había sentado muy bien, eso unido al sueño que arrastraba por la falta de siesta formó un cóctel que pronto estalló en lágrimas.

No habíamos tenido muchos momentos así en el viaje, pero sabíamos que un niño de tres años puede acabar agotado solamente de la misma carretera. Por eso decidimos variar la ruta para hacer una parada en una playa cercana y templar los ánimos con un buen chapuzón.



PLAYA TURKU
El lugar sin ser impresionante, estaba limpio y cuidado al detalle; además del típico chiringuito había un gran parque infantil y una pista de voley playa. Suficiente para que Manuel, tras bañarse y jugar a todas las atracciones del parque, cayera rendido nada más montar en el coche.







El viaje a Tampere fue rápido y tranquilo, pero ya íbamos justos de tiempo, así que cuando aparcamos junto a la catedral el sol estaba cayendo. Una de las ventajas de visitar el norte de Europa  en verano, es que cuanto más viajas hacia el norte, más horas de luz tienes para visitarlo todo y cuando parece que el atardecer es inminente, este se prolonga durante varias horas.


CATEDRAL DE TAMPERE


Obviamente la catedral ya estaba cerrada, así que nos encaminamos hacia la otra orilla del Tammercoski, un canal artificial que une los dos lagos que rodean la ciudad.

Nada más cruzar nos encontramos varios antiguos edificios industriales totalmente renovados y un poco más adelante con la puerta del Finlayson Art Area, que nos encantó. Se trata de un centro de ocio ubicado en una enorme fabrica de algodón fundada en el siglo XIX que han dividido en diversas estancias que albergan cines, restaurantes y varios museos.


FINLAYSON ART AREA



PEVNA TAMPERE
Estuvimos dando un largo paseo por sus calles y plazuelas  y al final nos decidimos a cenar en una cervecería alemana preciosa que había justo a la entrada. Fue una buena decisión: las raciones eran enormes y estaba todo increíble. Cuando salimos aún no había anochecido, así que aprovechamos a hacer unas últimas fotos antes de irnos a dormir.





Día 19: HELSINKI (Finlandia)



Cuando nos levantamos y abrimos las cortinas, se nos cayó un poco el alma a los pies. El espléndido cielo azul del día anterior había tornado a un manto gris plomizo que amenazaba lluvia por momentos. 

Tras un buen desayuno, nos montamos en el metro y volvimos a hacer la misma ruta que el día anterior ya que queríamos visitar la Plaza del Mercado con todos los puestos abiertos. En el trayecto, la lluvia comenzó a caer de forma violenta y aunque cuando llegamos a la plaza ya no llovía, la tromba había hecho estragos y estaba todo encharcado. 

La visita fue rápida ya que apenas había turistas y nosotros tampoco solemos comprar gran cosa en estos lugares, tan sólo elegimos un imán de Helsinki y nos dirigimos al puerto que hay justo al lado de la plaza para coger el barco a la fortaleza de Suomenlinna. Fue una alegría que el billete del metro nos sirviese también para aquel barco ya que llevábamos muchos días de viaje y cualquier ahorro era bienvenido.


HELSINKI SUOMELINNA
HELSINKI DESDE EL BARCO A SUOMENLINNA
A pesar de que comenzó a llover de nuevo, hicimos los quince minutos de trayecto en la cubierta para poder contemplar la ciudad desde el mar, pero las nubes deslucían mucho la vista.









SUOMENLINNA
La fortaleza está enclavada en un conjunto de islotes próximos a Helsinki unidos por diversos puentes. Nos pareció un lugar encantador con construcciones típicas que un día fueron edificios militares y se han reconvertido en cafeterías, restaurantes, tiendas de recuerdos e incluso viviendas particulares. 


Suomenlinna es un lugar idílico para pasear por la naturaleza, hacer un picnic o simplemente sentarse a contemplar el mar junto a los viejos cañones que en otro tiempo protegían la entrada a Helsinki.



CAÑONES EN SUOMENLINNA
Pero por desgracia, nosotros  casi no pudimos disfrutar la visita ya que la fina lluvia se transformó de repente en una tormenta atroz que nos pilló en mitad de la nada. De poco nos sirvieron el paraguas y los chubasqueros, terminamos tan empapados que tuvimos que emprender el camino de vuelta a casa para cambiarnos de ropa.

PUEDES VER UN VÍDEO EN SUOMENLINNA PULSANDO AQUÍ ****


Nuestra intención era volver al centro por la tarde cuando la tromba amainase, pero ese momento nunca llegó y decidimos aprovechar el tiempo lavando la ropa sucia acumulada y actualizando un poco el blog. Nos dio mucha pena no poder disfrutar más de la ciudad, pero al menos el apartamento era confortable y vivimos unas horas como auténticos finlandeses.

DÍA 18: de TALLIN (Estonia) a HELSINKI (Finlandia)


VER RUTA


Entre los nervios típicos que entran cuando tienes que madrugar para ir a algún sitio y lo incómodas que eran las camas, apenas dormimos esa noche. Y cuando por fin lo logramos, el gato de la dueña del piso salió de su escondite tras la bañera y vino a visitarnos. El susto que me di cuando abrí los ojos y me encontré su cara a un palmo fue terrible, tanto, que el felino saltó de la cama y regresó a su guarida. No lo vimos más.


VISTA DE TALLIN DESDE EL PUERTO
Habíamos comprado billetes para el ferry a Helsinki a las 11 de la mañana, pero nunca habíamos montado el coche en un barco y entre la emoción y los nervios, nos presentamos en el puerto poco antes de las 9. Obviamente, fuimos los primeros en llegar y la espera se nos hizo interminable; jugamos a todo lo imaginable, salimos a pasear, volvimos a sentarnos, abrimos la ventana, después la puerta y al final cerramos todo y nos fuimos a ver si por fin divisábamos el barco.



Con tanta espera se nos habían consumido los nervios y la emoción, pero cuando nos dieron vía libre y ascendimos por la rampa hasta el interior del barco regresaron de inmediato y seguí las instrucciones del personal para aparcar el coche como si fuera la primera vez que conducía. 



FERRY TALLIN-HELSINKI
Cuando salimos a cubierta, la estampa de la ciudad vieja coronada por la catedral nos dejó fascinados y sacamos infinidad de fotografías mientras  Manuel corría entusiasmado de un lado al otro del barco. 

Tuvimos suerte y el tiempo fue espectacular todo el trayecto lo que nos permitió relajarnos y sentarnos en un banco exterior a disfrutar del sol y del mar.

El viaje duró tres horas y los nervios del primerizo regresaron al volver al coche. Lo cierto es que los empleados funcionaban como un reloj y te facilitan la conducción en todo momento. 







LLEGADA A FINLANDIA
Casi sin darnos cuenta, ya estábamos en las calles de Helsinki, capital de Finlandia y para nuestra sorpresa, hacia mucho calor.


Lo primero que teníamos que hacer era ir a recoger las llaves del apartamento que habíamos alquilado a través de Airbnb. Estaba ubicado en Vantaa, una ciudad anexa a Helsinki, donde está el aeropuerto de la ciudad. El piso nos encantó; tenía todo lo que necesitábamos, estaba limpísimo y a la parada de metro no había más de diez minutos andando.


Dejamos las maletas y nos fuimos hacia la estación. Nos sorprendió que en Finlandia fían todo a la honradez de la gente y en el metro no hay torno alguno. Sacamos dos billetes de día completo y en veinte minutos habíamos llegado al centro de Helsinki. Noe estaba emocionada, había imaginado viajar a Finlandia desde que era pequeña y allí estaba, cumpliendo su sueño. No le cabía la sonrisa en la cara.


Bajamos en la parada de la Universidad, y fuimos dando un paseo hasta la Plaza de la Estación Central donde están el edificio del Teatro Nacional de Finlandia y el Ateneo. El tiempo seguía siendo magnífico y los bancos de la plaza, las terrazas y los jardines estaban atestados de gente disfrutando del verano. 

ATENEO HELSINKI
ATENEO

ESTACIÓN CENTRAL

TEATRO NACIONAL
TEATRO NACIONAL



CATEDRAL LUTERANA HELSINKI
Seguimos nuestra ruta hasta la Catedral Luterana de Helsinki en la Plaza del Senado; nos pareció un edificio impresionante y nos detuvimos un buen rato a los pies de su escalinata para hacer fotografías y de paso, bajar a Manuel de la silla para que corriese sin peligro por la plaza peatonal.




Uspenskin Katedraali
USPENSKIN KATEDRAALI
Bajamos la calle hacia el Mercado Viejo y nos encontramos con que los puestos de comida de la plaza ya estaban desmontados así que nos dirigimos hacia la otra catedral de la ciudad, Uspenskin Katedraali, de confensión ortodoxa. Está erigida en un lugar encantador, sobre una pequeña colina junto al mar y rodeada de jardines; en contraposición a la blancura impoluta de la Catedral Luterana, la ortodoxa está construida con ladrillo rojo y rematada con cruces doradas sobre el tejado verde. Cada uno en su estilo, son dos edificios realmente preciosos.



THE BRIDGE OF LOVE

Muy cerca de allí, encontramos un puente peatonal bautizado como The Bridge of Love, y como podréis imaginar, estaba repleto de candados con nombres y fechas, colgados allí por parejas como símbolo de su amor.






Aunque parezca mentira, con tanto paseo arriba y abajo, el calor de Helsinki puede llegar a ser sofocante, por lo que tuvimos que parar a tomar algo en un bonito parque en la orilla del mar, desde el que se pueden contemplar las dos catedrales. El lugar nos pareció fiel reflejo de lo que habíamos visto de la sociedad finlandesa: estaba bien pensado, bien ejecutado y bien conservado. Tenía un pequeño anfiteatro con bancos de madera para ver la puesta de sol, una noria, una cafetería con terraza, un parque de arena para los niños e infinidad de baños públicos con una limpieza increíble.


Con fuerzas renovadas emprendimos el camino de vuelta por el Parque de la Esplanada, a esa hora repleto de gente ya que había un concierto de un grupo de rock local. Nos resultó curioso el gusto que hay en el norte de Europa por la música en vivo en general y en particular por el rock duro y el heavy metal.

La falta de sueño de la noche anterior nos empezó a hacer mella y el sol comenzaba lentamente a rendirse, así que paramos a cenar en una terraza.

Si alguna vez viajáis por estos países, hemos de advertir que  los precios en bares y restaurantes en Finlandia nos resultaron algo caros en comparación con los de España, obviamente los sueldos de allí tampoco son como los de aquí.


Estábamos agotados, y aunque nuestra primera intención era seguir visitando la ciudad de noche, pensamos que sería mejor descansar y continuar la visita al día siguiente.